martes, 28 de agosto de 2007

adios

No soy quién para homenajear a Francisco Umbral. Pero no quería dejar que el silencio fuera mi único mensaje.

Mucho se ha dicho y se dirá de él.

Le leí con frecuencia en sus columnas. Devoré un par de sus novelas. Nunca me atreví con Mortal y Rosa. El tema me parecía demasiado duro. Pero Francisco Umbral tuvo el inmenso valor de escribir ese libro.

Quizás sea el momento de leerlo.

Decía uno de sus personajes, en una de sus últimas novelas, que ser libre, salir del encarcelamiento era ser condenado a la calle y dudaba poder soportar esa pena.

Umbral si soportó la libertad y soportó el dolor de ser hombre en sus momentos más amargos.

Descanse en paz.

domingo, 26 de agosto de 2007

agosto

Estamos ya a finales de agosto. Los primeros meses del verano fueron soportables para lo que suelen ser aquí, al este de las Rocosas. Pero agosto ha recuperado todo el tiempo perdido. Desde los primeros días se notó el cambio en la tendencia. Días y noches de humedades tropicales seguidos de tormentas en el mismo estilo. Un clima que no mueve al buen humor. Pero se aguanta. Hasta la semana pasada.
Las previsiones anunciaban tormentas todos los días. Y así fue. En particular el miércoles y el jueves. He perdido la cuenta de cuantas tormentas nos pasaron por encima en esas 48 horas. Pero la del miércoles a las 11 de la noche y la del jueves a las 4 de la tarde son de esas que no se olvidan. En la primera acabamos los tres en el pasillo ya que mi hijo no quería estar cerca de las ventanas. En la segunda, coincidiendo con la visita al pediatra, acabamos en el sótano del hospital por alerta por tornado. Desalojados de la sala de espera, acomodados en otra sala de espera, bajo el suelo y con las puertas cerradas, hasta que las sirenas de protección civil dejaron de sonar.

El viernes amaneció nublado. Húmedo. Con montones de ramas rotas, árboles arrancados y algunos semáforos desconectados. Este fin de semana los servicios de obras públicas han estado limpiando los destrozos de las tormentas.

Ya no llueve. La humedad ha bajado considerablemente. Y la temperatura es ya más propia de finales de verano.

Escribo desde el jardín. Son casi las 8 PM. Oigo a los vecinos cenar y trastear en las cocinas. Los grillos se empeñan en seguir cantando. Algún pájaro les acompaña. Ni una nube en el cielo por primera vez en varias semanas.

El aire está limpio, seco. Corre una brisa suave. Es la primera noche agradable en Chicago en bastante tiempo. Hoy no habrá aire acondicionado. Y como dice mi hijo con sus tres añitos: “Hoy dormiremos tranquilos.”

jueves, 23 de agosto de 2007

dias viejos (2)

ando sobre cristales rotos
manchas de sangre en el suelo
como trazos de niño

al final del pasillo,
una puerta abierta
luz de tarde de invierno

sentado en la cama vacía,
miro
las ramas moverse al ritmo
de un viento estéril

el frío seca la sangre herida

cierro la puerta
torpemente tropiezo con otro juguete
ahora, roto

y nadie llorará

miércoles, 22 de agosto de 2007

dias viejos

olas blancas de ayer
hoy, viento seco.

sobre la mesa,
las migas duras
de un pastel de cumpleaños.

el viento, otra vez
rompe los cristales de la habitación
desnuda.

vuelan las migas
despues de tantos domingos.

nada resiste

viento seco, mañana
otra vez

martes, 21 de agosto de 2007

Retorno

Casi dos meses de silencio. Durante algún tiempo pensé en cerrar el blog. Estaba casi convencido que mi planteamiento inicial no podía desarrollarse en los términos planteados.

Dos meses flirteando con realidades que hasta hace poco ni me molestaba en considerar. Difícil imaginar que acabaría aficionándome al hatha yoga y que leería libros acerca del minimalismo y del zen.

Quizás sea por ello que me siga acordando a día de hoy del cielo azul de Wyoming, de Idaho y de Utah, mientras leo los haikus que el fotógrafo Ed Firmage deja caer en su “Red Rock Yellow Stone”.

Sin esperarlo ni buscarlo he encontrado un nuevo terreno por explorar. No es un terreno vírgen. Otros los han recorrido previamente.

Es una perspectiva distinta sobre los mismos objetos. No un cambio radical. No habrá túnica naranja, ni repetición de mantras ni cambios de religión. Demasiado viejo para eso.

Solo, un cambio de luz en la fotografía, tenue, sutil.
Una distinta entonación en la frase que se repite.
Una variación en los ritmos habituales.

Solo matices, solo discretos silencios en las palabras de ayer, solo acentos suaves en el papel manchado de tinta.