domingo, 26 de agosto de 2007

agosto

Estamos ya a finales de agosto. Los primeros meses del verano fueron soportables para lo que suelen ser aquí, al este de las Rocosas. Pero agosto ha recuperado todo el tiempo perdido. Desde los primeros días se notó el cambio en la tendencia. Días y noches de humedades tropicales seguidos de tormentas en el mismo estilo. Un clima que no mueve al buen humor. Pero se aguanta. Hasta la semana pasada.
Las previsiones anunciaban tormentas todos los días. Y así fue. En particular el miércoles y el jueves. He perdido la cuenta de cuantas tormentas nos pasaron por encima en esas 48 horas. Pero la del miércoles a las 11 de la noche y la del jueves a las 4 de la tarde son de esas que no se olvidan. En la primera acabamos los tres en el pasillo ya que mi hijo no quería estar cerca de las ventanas. En la segunda, coincidiendo con la visita al pediatra, acabamos en el sótano del hospital por alerta por tornado. Desalojados de la sala de espera, acomodados en otra sala de espera, bajo el suelo y con las puertas cerradas, hasta que las sirenas de protección civil dejaron de sonar.

El viernes amaneció nublado. Húmedo. Con montones de ramas rotas, árboles arrancados y algunos semáforos desconectados. Este fin de semana los servicios de obras públicas han estado limpiando los destrozos de las tormentas.

Ya no llueve. La humedad ha bajado considerablemente. Y la temperatura es ya más propia de finales de verano.

Escribo desde el jardín. Son casi las 8 PM. Oigo a los vecinos cenar y trastear en las cocinas. Los grillos se empeñan en seguir cantando. Algún pájaro les acompaña. Ni una nube en el cielo por primera vez en varias semanas.

El aire está limpio, seco. Corre una brisa suave. Es la primera noche agradable en Chicago en bastante tiempo. Hoy no habrá aire acondicionado. Y como dice mi hijo con sus tres añitos: “Hoy dormiremos tranquilos.”

2 comentarios:

Unknown dijo...

A disfrutar de esta tregua climática!

miq dijo...

Bona nit a tots tres!